La Rolling Stone que supe querer

Allá adelante, donde no veo bien, un rubiecito con la voz débil se hace cargo de su propio relato. El rubiecito nos cuenta a todos pero a Gordis Chayanne más que a nadie que, pobre, él no pudo entrar en el trabajo de sus sueños: un puesto en Cancillería. Cuenta, el rubiecito sin voz, que tiene completos sus estudios en Relaciones Internacionales, que se crió pupilo en Alemania, que su padre es militar y él, seminarista. Como ve que Gordis se le queda un poco, rubrica: “Voy a ser sacerdote”. Gordis pregunta lo que todos en ese momento nos preguntamos: “¿Qué hacés acá?”. Rubiecito contesta: “En la prelatura nos aconsejan interactuar con el mundo, salir a él, por eso. No me dejaron entrar en la Cancillería por mi apellido”. A Gordis le gustará Chayanne pero pregunta lo que tiene que preguntar: “¿Cuál es tu apellido?”. El rubiecito débil se vuelve todo un rubio the police para decir: “Me llamo Martínez de Hoz”.

El texto que acabás de leer es el último párrafo de un post escrito por Alejandro Seselovsky, periodista de Rolling Stone. Él fue enviado por la revista a pasar 30 días en un call center y contar cómo se trabaja ahí dentro. Si bien puede creerse que esto es nuevo periodismo se emparenta bastante con la idea del cronista Gonzo, fundada por Hunter Thompson -periodista de RS- , que de alguna manera «vive» sus notas.
Ojalá cosas como estas aparezcan en el papel que está bastante para atrás ultimamente.

La imagen es de Teleperforados